jueves, 24 de noviembre de 2011

Al oído de los pajaros me cantaron una canción.

Corre y vuela, que tu destino te acecha con paso agigantado detrás. El hecho de que hoy y todos los días atrás hayas mantenido una lucha constante con la lluvia y el frío ya no te importa.

Has decidido salir a la calle y colocar tus delicados piececitos pálidos sobre la nieve helada. Las aceras están rebosantes y blancas, pero la autovía está totalmente despejada seguro por algún rey de las quitanieves. Los edificios son altos, oscuros y demasiado post-modernistas para tu gusto.

Una línea entrecortada atraviesa tu cuerpo a la altura de tus pies, y lo único que cubre al primero es un antiguo abrigo que seguro cogiste de algún desván abandonado. El pelo casi te cubre la cara por completo. Tienes los ojos desorientados, cansados e hinchados. Una línea de agua ha recorrido los surcos de tu cara tiempo atrás y aún tienes la marca.

Continuas descalza. Miedo, sorpresa, ofensa, tristeza, ira, pena, odio, nostalgia, duda, sentimientos, emociones.

El cielo. Pasa un avión, vuela alto mariposa.

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