Ahí estás tan pequeña, tan menudita
que nadie se espera que pase lo que al final de la historia pase.
Revoloteas y flotas en un mundo para nada inhóspito, y ríes y ríes
porque tu única preocupación es salir sana y salva. Has pasado
tanto tiempo allí que las ganas te reconcomen por dentro, porque
sabes que tarde o temprano, más bien temprano, vas a estar fuera;
delante de todos, y podrás reír y podrás llorar y todos y todas
correrán a reír contigo o a llorar contigo.
Después de todo, eres lo más puro y
bonito que podría llegar a nuestras vidas en este momento, así que
a mí las ansias también me reconcomen por dentro y aunque he de
ser sincera y aceptar que tengo miedo, la alegría se hace fuerte al
saber que pronto llegarás.
¡Oh, no! ¿Qué está ocurriendo?
Una patadita, otra más y el final nos
llega a todos. En un último aliento desesperado corremos a salvar lo
insalvable.
Ahora tres rosas blancas decoran tu
trono, una por tu belleza, otra por tu pureza y otra para que
recuerdes siempre que tu mamá te quiso desde el primer día en que
te notó dentro de sí misma, hasta la última patadita antes de
dejar este incrédulo mundo.
Siempre dije que las personas dejamos
de existir el día en que no le importamos a nadie,
ten por seguro que tú existirás
siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario