La primera vez que compraron un test de embarazo lo hicieron juntas, únicas e inseparables. Por supuesto que cada una tenía su papel en esta historia, así como una pidió a la farmacéutica el examen definitivo, otra lo pagó y la última y no menos importante lo guardó en su mochila.
Tal vez ni si quiera esa señora pensó en que harían esas tres
jovencitas cuando se bajaran del autobús de vuelta a casa, pero estoy
segura de que ellas se sintieron tan ágiles, tan jóvenes y tan
satisfechas con hazañas como esa.
Hemos de admitir que no fue algo apropiado y ni mucho menos complaciente, pero cuando salieron de allí lo hicieron sonriendo, porque estaban juntas, porque se sentían ágiles y jóvenes como siempre, porque día a día que pasaban, mes a mes y año a años seguían consiguiendo hazañas unidas.
Ayer al pasa frente
aquella farmacia, las recordó y como en un viejo cartucho de
diapositivas recordó todos y cada uno de los momentos que pasó con
ellas, y lo inseparables que eran, y lo fuertes que llegaron a ser.
A pesar del tiempo que ha pasado, logró ver una sonrisa a través de la ventanilla del viejo coche gris, y yo también me alegro por recordar todo lo que ella recuerda, y a las dos se nos marcan los recuerdos en un conjunto de viejas diapositivas que pasan frente a nuestros ojos.
Porque como todos los que alguna vez me habéis leído sabéis lo importante que son para nosotras los recuerdos, porque juntas hemos conseguido guardar la caja de Pandora que alguna vez y se abrió, y que "narices", seamos realistas y afirmemos por fin "que a nadie le amarga un dulce" y que para ella el dulce más delicioso se convierte en todos los momentos del pasado, del presente y del futuro.
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